En 1883 el misterio pareció resolverse de la manera más absurda posible. La correspondencia entre Joseph Dalton Hooker, un botánico de los Jardines Botánicos Reales de Inglaterra, y un funcionario del Departamento de Agricultura de gobierno Indio, llamado Trailokya Nath Mukharji, puso fin al largo debate sobre el origen del amarillo indio, a la vez que puso fin a la importación de este color en Europa. En una de las cartas, Mukharji reportó su viaje a Monghyr, un pequeño pueblo cercano a la frontera entre India y Nepal, donde dice haber observado el origen y el proceso de producción del misterioso pigmento amarillo. Según el informe, las fétidas bolas de amarillo indio eran el resultado de la evaporación de la orina de vacas alimentadas en una estricta y exclusiva dieta de mango. La respuesta al misterio (que parecía más un mal chiste, o un poema surreal) sorprendió tanto a los ingleses como a los indios, y en 1909 se hizo ilegal la producción y exportación del pigmento en India. Aunque la ciencia moderna a tratado de desmentir esta historia, aún no existe un relato que se imponga como el verdadero origen del amarillo indio, por lo que no se puede descartar la posibilidad de que algunas de las acuarelas más importantes, solemnes y veneradas de la escuela inglesa de comienzos del siglo XIX hayan sido hechas a partir de mangos y orines de vaca.

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